Conocer las ciudades en que vivimos es muy importante, saber que existen lugares tan maravillosos y únicos como el alto Fucha es parte de nuestro deber como ciudadanos y como arquitectos, porque mas allá de los problemas que puedan tener los asentamientos informales, siempre habrá un valor y una oportunidad que este tipo de lugares le pueden aportar a la comunidad y a la ciudad en general. En este caso es un valor cultural y artístico que va de la mano con la relación del hombre con la naturaleza, que a partir de un componente de organización comunitaria tienen mucho que aportar. De igual manera el poder organizativo de las comunidades es un claro ejemplo del derecho a la ciudad que todos tenemos, puesto que para la comunidad del alto fucha construir sus propios espacios públicos y de esparcimiento a partir de las intervenciones artísticas es su manera de ser vistos ante la ciudad y de ejercer su derecho a esta.
Por otro lado el aprendizaje de más valor es trabajar en una relación más cercana con la comunidad a la hora de diseñar y proyectar, ya que todos los aportes y las dinámicas sociales que verdaderamente se van a ver reflejadas en la arquitectura son por parte de la comunidad. Nuestro trabajo como arquitectos es poder brindar las herramientas y nuestros conocimientos espaciales para poder hacer realidad los imaginarios urbanos de las personas que habitan en el territorio y así poder cumplir y ayudar a una verdadera construcción ciudadana.