Fin de semana en Catalunya
Cuando mi hermana venía para Barcelona de visita lo primero que me dijo fue que quería visitar el pueblo donde vivió Dalí. Investigué (¿averigüé?) un poco y encontré que el pueblo se llama Cadaqués y queda en la Costa Brava escondido entre un parque natural. Llegar allá en teoría es fácil, existe una ruta de bus que cobra 50 euros el viaje ida y regreso desde la estación Barcelona Nord, el problema es que la casa de Dalí, a la que aún hoy en día se puede entrar, queda a unos 10 kilómetros del pueblo y no hay transporte público hasta allá o, bueno, toca pagar un tren turístico costoso. Definitivamente la mejor opción era alquiler un carro para hacer el viaje porque además podíamos ampliar nuestro paseo e invitar más gente para lograr una mayor economía.
En el lugar de alquiler nos entregaron un Hyundai i30 con buen motor y que no gasta mucha gasolina. Empezamos por visitar Plaza Espanya y la feria Harley Days donde se reúnen miles de harleystas de alrededor del mundo en una fiesta de motociclistas bastante emocionante donde exhiben motos, partes de motos, se venden partes para motos, artículos para motociclistas, carne y ponen un escenario para rockeros.
Después de intentar reclutar dos personas más para nuestro paseo, logramos organizar una salida a las 8 am hacia Cadaqués. Arrancamos por la Ronda Litoral desde la Avinguda Diagonal para viajar por la autopista C31 que va cerca al mar. La idea no fue muy buena pero tampoco muy mala. Aproximadamente por una hora manejamos a través de pueblos al norte de Barcelona pero al lado de las vías de tren en vez de al lado del mar que era lo que estábamos esperando. Así que finalmente decidimos volver a la E15 la autopista que conecta las principales ciudades catalanas y Francia.
A eso de las 11 am llegamos a Cadaqués, buscamos donde dejar el carro, caminamos por el borde del mar y unos pequeños acantilados que forman parte de la geografía del parque natural al que pertenece, y finalmente encontramos un bar donde nos sentamos a tomarnos una cerveza con unas tapas y un vaso de helado. Terminado el descanso retomamos nuestro plan turístico por las calles peatonales de un pueblo muy mediterráneo empotrado entre las montañas que dan al mar. Las casas y las pequeñas calles no tiene nada que envidiarle a las islas griegas, están llenas de restaurantes que parecen muy buenos y de galerías y museos que llaman la atención constantemente. Al terminar el recorrido regresamos a la plaza principal donde decidimos regresar al carro y manejar hasta la casa de Dalí.
En el camino nos encontramos con una playa más desocupada que las anteriores y con un puesto de kayaks, así que sin pensarlo parqueamos el carro y nos instalamos allí para almorzar. Averiguamos el precio de los kayak y la manera de llegar a la casa de Dalí que para nuestra sorpresa estaba frente a nuestros ojos pero no pudimos visitarla porque toca reservar la entrada. Sin mucha desilusión sino más bien con ganas de regresar al puesto de kayak para empezar un paseo por las playas del parque nos devolvimos a la playa y solicitamos 3 kayak para todo el grupo. En el paseo nos encontramos con más turistas en el mismo paseo y unas cuantas familias en sus yates pasando el día o el fin de semana.
Después de nuestra tarde de playa continuamos manejando hasta Cap de Creus, un mirador sobre otra de las montañas del parque, desde donde se pueden visualizar casi todas las playas desde Cadaqués hasta Portbou. Allí nos tomamos otra cerveza, complementamos el almuerzo con otras tapas y recorrimos un poco la montaña por entre unas piedras majestuosas en las que se inspiraba Dalí para hacer sus pinturas.
Finalizado el recorrido terminamos con una tarde de playa en Llançà donde descansamos antes de regresar a Barcelona.
Al siguiente día, para darle uso al vehículo alquilado, continuamos nuestro paseo hacia el sur de Catalunya en la frontera con Aragón a pocos kilómetros de Lleida a un lugar llamado Congost de Montrebei. Es un cañón por donde pasa el río Ribagorçana, frontera natural entre las dos provincias, que hace parte del parque de montaña Montsec cuya primera parada es Port de Muntanyana.El lugar es mucho más lejos que Cadaqués, salimos aproximadamente a la misma hora y llegamos más o menos a las 12 del día. El carro debe dejarse en un parqueadero improvisado entre una carretera bastante descuidada y el resto del camino debe hacerse caminando después de unas adecuadas guías sobre el lugar, los animales y las plantas que se encontarán en el recorrido. El tiempo y la caminada valen mucho la pena porque el lugar es una maravilla. Uno camina por más o menos unos 20 minutos hasta que cruza un puente colgante y comienza a subir la montaña y poco a poco comienza a descubrir como el río parte la montaña en dos mientras uno camina por el borde de una de ellas. El agua comienza a acumularse en la mitad del cañón y cuando uno ya está terminando el recorrido descubre que el color al final cambia rotundamente como si la mayoría de sedimentos, barro y minerales que traía el agua se quedaran en el Congost.
Nuestro grupo decidió continuar el recorrido absorbidos por el nuevo color y hasta que no encontraron cómo bajar a bañarse en el otro lado no quedaron contentos. Nosotros preferimos descansar en una de las partes más altas frente al viento del lugar mientras los demás regresaban.
Cansados de un día de caminatas regresamos a Barcelona para entregar el auto después de 800 kilómetros de recorrido en dos días, 130 euros en gasolina y un fin de semana de primera en lugares no tan recorridos por turistas extranjeros en Catalunya.
Fecha: Julio 2014
Los dos mapas de nuestros recorridos:
Bueno, adicional a esta historia, aprovecho para subir algunas fotos de Barcelona, finalmente es donde viví durante un año y hay algunas que vale la pena mostrar.
