Para representar y unificar la vida y obra del autor, se optó por una paleta de colores simple: rojo, blanco y negro. Esto para generar un contraste más fuerte, pero más importante porque el rojo tiene un lugar especial en el pensamiento del escritor quien admiraba a Mao y consideraba haber bebido mucho del socialismo del Marx. La proporción de color y las composiciones centrales buscan resaltar lo agudo y directo del escritor.
Asimismo el estilo de los personajes así como el pintado parten de la estética art brut, confluyendo a la par con el tinte del carácter que tenía Gutiérrez; siempre crudo en sus opiniones.