Grabado en A4. Linóleo a color con la segunda parte de grisicitudes:

              II
Las calles se volvieron laberintos
opacos y lloraban las losetas
en mis pies; todo se quedó masturbio
y masturbado, sin nada, sin fuerza.
 
Mi bilis se puso negra y tus dientes
amarillos, rodeados de moscas
girando siempre sobre su mismo eje;
temblando de miedo entre las ropas.
 
En el borde de la melancolía
se me quedó un algo, grisicitudes
que se fue de puntillas, en silencio.
 
En el cenit del cáncer, todavía
latía un resquicio de huesos
y mi joven pecho.