Los lugares de una ciudad son variables, por ejemplo: el interior de un auto, una oficina, el edificio, la calle, un puente. Todos ellos crean un espacio identificable y único. A pesar de estar construidos muchas veces en concreto o materiales resistentes para no demolerse fácilmente, no pueden controlar lo que pasa en su interior gracias a los cuerpos, que los modifican a partir del tiempo y el movimiento, sin dejar de lado que el espacio también infiere en ellos.

Del mismo modo en que un carro se concibe como un lugar andante dentro de la ciudad, el cuerpo puede ser pensado como un espacio, un espacio que no es posible habitarlo por otros cuerpos pero que construye otro ambiente a partir de sus sonidos como una caricia, la respiración o un golpe. Precisamente fueron estos sonidos los utilizados para Espacios, una exploración sonora que parte del cuerpo para evocar al metro en movimiento, los sonidos corporales son editados en un programa digital hasta lograr
imitar el sonido de los trenes subterráneos de la Ciudad de México.

La intención principal de la obra es poner en juego tres espacios: el corporal, el metro y el expositivo. A la hora de escucharla el lugar de exposición se encuentra casi oscuro debido a una luz central muy tenue que apenas deja entrever el límite del suelo. El aula es transformada con la obra dando la ilusión de estar en movimiento por una actividad externa en el cual el cuerpo del espectador se adentra completamente (2017).
Espacios
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