Bestiario colateral
2022
Bestiario colateral es el resultado de una exploración de las cuestiones relativas a la identidad latinoamericana. Se trata de un amplio territorio conceptual, cuya investigación se inicia dando prioridad a la revisión de la historia compartida. El mestizaje, la colonia, la minería, el azúcar, el imperialismo, el exterminio, el café, el racismo, el vasallaje, el cristianismo (su imposición) o el desplazamiento, son algunos de los fenómenos que se replican a lo largo y ancho del continente, formando un cúmulo de procesos culturales que se asientan (o se instauran) como elementos de identidad nacional. Pero bajo esta simplificación cultural, subyace una serie de antinomias que de lo individual a lo colectivo forman una nebulosa de enfoques e interpretaciones, que este procedimiento recoge, iluminando puntos de referencia que sirven como mapas celestes para navegar en la noche, que, en vez de formar deidades, forman aquí seres imaginarios.
El bestiario en su acepción original es una compilación de animales fantásticos, algunos irreales provenientes del mito y otros reales pero que por su exuberancia logran excitar la imaginación, y cuya función, en ambos casos, consiste en dejar indicaciones morales. Por analogía, este bestiario colateral, cataloga situaciones reales que se pueden rastrear históricamente; problemas cuya base epistemológica se difumina entre conjeturas identitarias, posturas ideológicas y supuestos culturalistas. Todas estas cuestiones, reales o no, cumplen a su vez con el mismo objetivo: explorar diversas posibilidades interpretativas que permiten asumir la propia situación, que incluso traspasa los límites de la identidad nacional o continental, para ensayar la construcción de una mitología personal, de un bestiario que transita hacia el diario íntimo.
Las entradas son múltiples: de la imagen a la palabra, de la iluminación a la leyenda, este compendio se construye sobre un fondo de mapas, recorridos y diagramas, donde las relaciones abajo-arriba, sol-tierra, norte-sur van develando una serie de elementos fácticos, como si fueran dibujos inmunes al borrado. Todos sabemos que estos hechos están allí; incluso si su efecto crítico se desvanece, todavía la huella permanece, como las pisadas fosilizadas de los primeros pobladores. Asimismo, el dibujo insiste (se inscribe) sobre la pintura a partir de una serie de gestos de escritura que no corresponden a un modelo predeterminado, pero que algo indican. Fondo y figuran guardan relaciones, anuncian convenciones, sugieren símbolos y, en su totalidad, son abstracciones de la estructura interna de los problemas. Pero también la abstracción que parece imponerse sobre la figura, permite mantener abierta la interrogación fundamental. La abstracción coincide con el florecimiento de un lenguaje modernista, un carnaval de formas colaterales que celebran el estar ya ocupándose del asunto. En este sentido, las piezas funcionan como ilustraciones pedagógicas, gráficas estereotipadas, cromos de un improbable álbum del universo escolar, o como aquellas carteleras que solíamos hacer para aprender nuestros actuales prejuicios y la confusión conceptual acerca de casi todo.
