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Arquitectura moderna - ensayo crítico

Ensayo crítico - Argumentativo

Premisa: ¿CÓMO Y BAJO QUÉ EVENTOS HISTÓRICOS, Y ELEMENTOS ARQUITECTÓNICOS, URBANOS,  ECONÓMICOS Y SOCIALES SE PUEDE ENTENDER LA EXPRESIÓN ARQUITECTURA MODERNA EN EL MARCO DE FINALES DEL SIGLO XIX Y LAS PRIMERAS DÉCADAS DEL SIGLO XX?

Tesis: La arquitectura moderna representó un movimiento arquitectónico en sí mismo mas no fue una moda pasajera, evidenciándolo en los hechos históricos, los elementos arquitectónicos, urbanos, económicos y sociales del siglo XIX y XX.

Es interesante poner en evidencia los conceptos erróneos hacia la arquitectura moderna que tuvo durante su desarrollo y que todavía se reconocen. Es diferente el término “arquitectura moderna” a las palabras “arquitectura contemporánea” y es erróneo suponer que los arquitectos modernos únicamente se rigen y se preocupan por “el aspecto práctico de la arquitectura” (J.M.Richards, 1959). La arquitectura, como disciplina, es un “arte social vinculado a la vida de la sociedad a que sirve” (J.M.Richards, 1959) y es desde el entendimiento de las necesidades de la época que podemos considerar si algún movimiento arquitectónico es, de hecho, un periodo que se puede considerar como arquitectónico; por ejemplo, el período clásico, medieval, renacentista, etc. Entra el debate si la arquitectura moderna podría ser considerada como una de la lista. Sin embargo, a lo largo del ensayó se desarrollará más a fondo que en realidad la arquitectura moderna si representó un movimiento arquitectónico en sí mismo mas no fue una moda pasajera, y se evidenciará en los hechos históricos, los elementos arquitectónicos, urbanos, económicos y sociales del siglo XIX y XX. 

Por un lado, dentro de los hechos históricos se evidencia un cambio radical de época gracias a la revolución industrial que dio pie a nuevos problemas y necesidades; sus elementos arquitectónicos presentan un reconocimiento de las necesidades del habitar; los elementos urbanos evolucionaron al tener en cuenta las necesidades de la sociedad viviendo en la ciudad; y finalmente, el cambio en la estructura económica y social evidencia cómo el nuevo manejo de una sociedad moldea una nueva arquitectura que va más allá de un capricho. 

Es evidente que la arquitectura no puede ser considerada como entidad independiente pues se alimenta y se forma desde su lugar en la vida cotidiana; en su vivienda, urbanismo, los transportes, en su política (J.M.Richards, 1959); razón por la cual la arquitectura moderna no puede ser considerada como una moda pasajera pues su razón de ser como movimiento se basa en la alta influencia que tiene, desde los hechos históricos, los elementos arquitectónicos, urbanos, económicos y sociales del siglo XIX y XX, que ayudaron a formarla y definirla. 

La arquitectura moderna fue producto de un cambio radical de época lo que conllevó a cambios de pensamiento, y un consecuente cambio en las necesidades de la sociedad y sus ciudades. Gracias a la revolución industrial, el aumento de la población transformó, por ejemplo, a Inglaterra “de un país principalmente agrícola en un país urbano e industrial” (J.M.Richards, 1959) y consecuentemente incitaba a un mejoramiento en medicina, sanidad, etc.. Era el fin de una era donde “los problemas cada vez tornaban más diferentes de los sencillos problemas de gusto” (J.M.Richards, 1959) que se presentaban en los siglos anteriores, y “el problema del alojamiento de las masas industriales no podía resolverse mediante la erudición artística y la predilección por lo pintoresco” (J.M.Richards, 1959), evidentemente se necesitaban nuevas soluciones que se adaptaran a las nuevas realidades de la sociedad. 

Además, nuevos inventos y avances tecnológicos salían a la luz y cambiaban los comportamientos y los movimientos de las ciudades por completo; del 1750 al 1830 el vapor cambió a la mano de obra, se mecanizaron los sistemas de producción y aumentó el ritmo en velocidad y en materiales e hizo producir cantidades como nunca antes vistas en la producción industrial; no sobra decir que la electricidad y el petróleo entre 1870 y 1914 dispararon aún más la industria. Inevitablemente, dichos eventos históricos cambiaron a un nuevo modelo de vida sistematizado donde se requería de nuevos espacios, adaptaciones en la organización de las ciudades, y por ende nuevas construcciones, de las que se hablarán en mayor detalle más adelante, que formaron lo que fue el movimiento de la arquitectura moderna.

El cambio tan drástico y tan repentino (en el sentido de que relativamente en muy poco tiempo, si se compara con otras épocas en la historia, se logró transformar una sociedad y alcanzar avances tecnológicos importantes en tan solo siglo y medio), causaría de venir de un “boom” a una “recesión” donde los nombrados arquitectos del momento no pudieron seguirle el ritmo a una época tan complicada. En otras palabras, se venía de una arquitectura que “floreció en épocas anteriores para decaer durante el siglo pasado por haber perdido los arquitectos contacto con la realidad” (J.M.Richards,1959) y se empezaron a cuestionar “para qué servia realmente la arquitectura” (J.M.Richards, 1959). Richards dice en su texto de la Introducción a la Arquitectura Moderna, que la arquitectura moderna estaba atravesando una especie de etapa “puritana”, donde virtudes negativas que venían de la sencillez y la eficacia, que se caracterizaban como los nuevos comportamientos de la revolución industrial, predominaban; como a partir de 1939 “la necesidad suprema de construcciones baratas [que exigían] que se concentre la atención en lo esencial” (J.M.Richards, 1959). Era una etapa en donde la arquitectura moderna, a pesar de que fuera un movimiento en la historia, se hallaba con desconexiones entre su realidad y lo que velozmente sucedía en las ciudades.

Es así como Richard plantea cómo la vida deja de estar en contacto con los arquitectos y surge el prejuicio de que “los arquitectos de entonces [solo producían cosas que] fueran feas” (J.M.Richards, 1959) y que en medio de otras circunstancias “habrían hecho excelentes edificios” (J.M.Richards, 1959), sin embargo “era la época lo que andaba mal. Las ideas y los hábitos no consiguieron adaptarse” (J.M.Richards, 1959). Como era una época complicada, dichos prejuicios no quitan el hecho de que el movimiento arquitectónico moderno si estaba respondiendo a pautas de una sociedad tan solo que era una etapa incómoda aún en transformación.

Desde los elementos arquitectónicos que la caracterizan, la arquitectura moderna no puede ser considerada como “una moda pasajera de ornamentación estridente”, con “la costumbre de construir con cemento, con techos planos y ventanas horizontales” y seguía las pautas de lo llamado “funcionamiento” (J.M.Richards, 1959). Richard plantea como en realidad es “un producto sincero de la ciencia y el arte” que vincula “los métodos de construcción y las necesidades reales” (J.M.Richards, 1959), evidenciando como el movimiento va más allá de la practicabilidad y lo meramente plástico, pues moldeaba un significado que al mismo tiempo estaría reflejando lo que era la sociedad en ese entonces. 

Por ejemplo, un detonante que ha podido diferenciar radicalmente la arquitectura moderna a la del pasado, es “su dependencia de la producción de energía; […] el sistema fabril.” (J.M.Richards, 1959) pues producir los diferentes elementos de un edificio ya no estaba en manos de los obreros sino pasaba a centrarse en las fábricas. Se desliga el proceso constructivo de un edificio como algo artesanal y se revoca a la unión de diferentes piezas prefabricadas, aumentando la velocidad y disminuyendo la incertidumbre en construcción (J.M.Richards, 1959). Los obreros ya no eran responsables por una sección puntal de la construcción que podían ver desarrollarse (por ejemplo, tallar la ornamentación, disponer de las vigas, etc.), sino eran responsables por la operación de la máquina que hacía dichas actividades y a su vez no tenían el mismo contacto con la obra ni el lugar. Se afirma que el movimiento se moldeaba por su sociedad y la sociedad por el movimiento (que en lo personal, la ausencia de los obreros en el proceso constructivo, entre otras, pudo influenciar la globalización total del movimiento pues se establece en todas partes del mundo sin importar el clima, cultura o materiales nativos, siendo muy parecido, por no decir igual. Algo que algunos critican de la arquitectura moderna como movimiento y podría ampliarse en otro escrito).

Por otro lado, la evolución de los elementos urbanos tuvieron en cuenta las necesidades de la sociedad, la cual se seguía adaptando a los nuevos movimientos efecto de la revolución industrial, y generaban un cambio en cómo se vivía en las ciudades. De los principios ideológicos más importantes del arquitecto moderno era el de “no aceptar ninguna solución preestablecida de un problema” (J.M.Richards, 1959), en otras palabras, “no diseñar nunca basándose en experiencias ajenas y resolverlo todo por sus propios méritos” (J.M.Richards, 1959). Fue entonces que los urbanistas modernos empezaron a comprender que “no es por razones lógicas sino por hábito que vivimos en hileras de casas a uno y otro lado de las vías públicas” (J.M.Richards, 1959), y que las decisiones que se tendrían que tomar, debían ser conscientes a las necesidades de la sociedad en las ciudades. Como se mencionaba anteriormente, las necesidades más importantes de la época vinculaban al crecimiento de las ciudades y urbanísticamente, el movimiento de arquitectura moderna tuvo que plantear adaptaciones. Por ejemplo, “los bloques de departamentos y casas de inquilinato […] característicos de la arquitectura urbana”, “las fabricas de energía eléctrica y plantas industriales de muchas clases”, como también “los suburbios” y el consecuente “mejoramiento de los transportes” como “las estaciones de ferrocarril y los garajes”, que permitían vivir a las afueras cuando las personas debían trabajar en el centro de la ciudad (J.M.Richards, 1959). 

Sin embargo, “la densidad de la población [complicó] […] el problema de utilización del espacio disponible” y por ende la ciudad debía ser “organizada muy cuidadosamente” teniendo previsto el lugar que iban a ocupar los transportes automotores, entre otros, y cómo iba a dialogar la ciudad con el campo al haber sido separados por dichos suburbios (J.M.Richards, 1959). La arquitectura moderna debía llenarse de conocimiento mediante meticulosas investigaciones para llegar a plantear y seguidamente proyectar y construir un plan urbano. No era trivial. Además, edificios que eran destinados a fines muy parecidos a los que ya existían, tenían que responder a necesidades completamente transformadas como: las escuelas que abarcaran todo “un sistema nacional de educación” o, como los hospitales, que debían “satisfacer las exigencias de la ciencia medica moderna” y “las grandes tiendas [que remplazaban] a los antiguos mercados” (J.M.Richards, 1959). Pautas que inevitablemente daban pie a reflexiones y replanteamientos de la organización y razón de ser de las ciudades por parte de urbanistas modernos.

Por otro lado, el cambio en la estructura económica evidencia cómo el manejo de una sociedad moldea una nueva arquitectura que va más allá de un capricho. Debido a diferentes sucesos de hechos históricos, las sociedades pasaron de tener una economía basada en la agricultura a una economía industrializada que desencadenó muchas cosas, entre ellas, muchas mencionadas previamente. En términos económicos y sociales, la sociedad buscaba oportunidades en la ciudad y no en el campo, donde el mismo desarrollo de sistemas de transportes rápidos y la densificación urbana influenciaban a una estadía más permanente y práctica con una variedad de empleos (a pesar de que eventualmente se evidencia cómo a través de los años las condiciones de vida obrera no eran dignas si se comparara con los lineamientos y derechos actuales), influenció la necesidad de diseñar nuevos espacios.  

Sin embargo, consecuentemente emergió “una nueva clase social de comerciantes e industriales [que] se enriqueció y fue automáticamente ascendida a una posición igual a la de la aristocracia” (J.M.Richards, 1959). La clase media que en el momento “no poseía ni la educación o la estabilidad necesaria para convertirse en orientadora del gusto [arquitectónico], al modo de la antigua clase gobernante” (J.M.Richards, 1959), generaba otra complicación que el movimiento de la arquitectura moderna tendría como prejuicio pues se hacía aún más confuso establecer lineamientos estándar bajo los cuales la arquitectura y lo urbano pudieran regirse de manera homogénea. Entraban a discutir diferentes “estilos” (J.M.Richards, 1959) arquitectónicos y urbanísticos “según sea el capricho del proyectista” (J.M.Richards, 1959) aún cuando las ideologías del movimiento de arquitectura moderna per sé no se estaban cumpliendo y sin embargo, se definen bajo su nombre.

Es interesante tener en cuenta la percepción que la sociedad tenía sobre la nueva arquitectura. “El hombre de la calle” al que hace referencia Richards en su libro, era “un hombre naturalmente conservador” al cual le “desagrada ver reemplazado algo familiar por algo desconocido” (J.M.Richards, 1959). Mientras el movimiento de arquitectura moderna intentaba desarrollarse al paso veloz de la industria, se veía en la nueva arquitectura “otro agregado que le dejaba perplejo en la diversidad de estilos arquitectónicos que ya se le ofrecían” (J.M.Richards, 1959). La sociedad se enfocaba principalmente en la importancia de lo práctico. Entonces, el movimiento moderno también se empezó a asociar con la practicabilidad pues se decía que “se fundaba en una concepción llamada funcionalismo (o “adaptabilidad al fin”)” (J.M.Richards, 1959) y contradictoriamente (para la cultura de hoy) era considerada “sensata por mas de que fuera algo inhumana” (J.M.Richards, 1959) (pues cómo una arquitectura puede ser sensata si no responde a los comportamientos humanos). Una afirmación que afirma cómo la arquitectura estaba formando a la sociedad de la época pues la estructura económica condicionaba a la sociedad como “algo inhumana” y por ende, la respuesta de la arquitectura bajo los mismos parámetros podía ser considerada como “sensata” pues de todas maneras apelaba a las necesidades socioeconómicas del momento. 

Además, Richards plantea que se vulgariza la arquitectura moderna pues únicamente se “adhieren al movimiento con el único objeto de sacar partido” (J.M.Richards, 1959) económicamente hablando, pues como se evidenció, el movimiento era muy afín a los medios que garantizaban que se potenciara la industria. Inevitablemente se aprovechaban “los abastecedores de muebles angulares “a la moda” y […] los constructores de lamentables casas de campo “modernistas”” (J.M.Richards, 1959) donde no tenían noción de lo que significaban los ideales de la arquitectura moderna y la “[hundían] en el descrédito” (J.M.Richards, 1959). Como se ha venido desarrollando a lo largo del escrito, el movimiento moderno no se podía definir por dichas frivolidades pues existieron numerosos factores que ayudaron a definirla. El concepto erróneo donde se trataba de “falsificaciones determinadas por la explotación comercial de lo novedoso o de falsificaciones promovidas por el simple deseo de estar a tono” (J.M.Richards, 1959), era un egoísmo icónico de la época donde pocos eran beneficiados pues abastecerse económicamente era el objetivo principal, más allá de si se está siendo leal a un (en ese entonces) actual movimiento arquitectónico.

En conclusión Richards dice, “la arquitectura moderna hace falta en el mundo actual”, pues teniendo en cuenta que la arquitectura moderna fue, de hecho, un movimiento que respondió a unas necesidades de diferentes ámbitos de una sociedad, y no fue una moda pasajera, en el mundo contemporáneo se necesita un movimiento “que responda a los problemas del siglo y esté en armonía con sus perspectivas” (J.M.Richards, 1959). El movimiento de la arquitectura moderna respondió a hechos históricos, elementos arquitectónicos, económicos y sociales, que giraban en torno a un cambio de era. Esto me genera una nueva cuestión, y es el de un nuevo movimiento arquitectónico para la época contemporánea pues, no solo teniendo en cuenta los actuales sucesos en la humanidad durante el año 2020, sino factores (igualmente históricos, económicos y sociales) podrían detonar nuevas adaptaciones arquitectónicas y urbanas que se adapten mejor a las diferentes necesidades del nuevo milenio. El hecho de que en diferentes ámbitos se estén cuestionando las estructuras con la posibilidad de justificar que ya no están funcionando de la misma manera, a las que se han venido implementando hace décadas o incluso siglos, puede significar un nuevo movimiento. Los cambios de percepción del sistema de educación, las implicaciones del cambio climático (y otros problemas ecológicos muchos derivados de la continua producción monumental y muchas veces innecesaria), son solo algunos ejemplos en donde ya la arquitectura ha empezado a reaccionar y podría seguir evolucionando.


Bibliografía 
(J.M.Richards, 1959) Introducción a la Arquitectura Moderna. J.M. Richards. Ediciones Infinito-Buenos Aires.1959. Páginas. 9-52.

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