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De la ciudad tradicional a la inteligente

Al preguntar ā€œĀæQuĆ© entendemos por ciudad inteligente?ā€, probablemente la mayor cantidad de veces la respuesta sea ā€œuna ciudad con avances tecnolĆ³gicosā€ y, aunque esta definiciĆ³n no estĆ” del todo incorrecta, queda bastante incompleta. PensarĆ”n, ademĆ”s, ā€œĀæPor quĆ© deberĆ­amos conocer quĆ© es una ciudad inteligente?ā€ y es que es desde los ciudadanos que nace su definiciĆ³n.

Una Smart City (en inglĆ©s) puede ser definida como un espacio urbano que aplica las TecnologĆ­as de InformaciĆ³n y Comunicaciones (TIC) como un medio para mejorar la calidad de vida de sus habitantes.

Partiendo de esto, son nuestras necesidades la razĆ³n por la cual una ciudad se vuelve inteligente, siendo las TIC un mĆ©todo, mĆ”s no un objetivo. TomĆ©monos un segundo, entonces, para imaginarnos una ā€œciudad que siente,ā€ una ciudad comprensiva con sus ciudadanos que recolecta informaciĆ³n desde distintas infraestructuras para ofrecer soluciones orientadas a nuestro bienestar. Al entender la ciudad como un gran sistema holĆ­stico en el que todas sus capas estĆ”n interrelacionadas,Ā el modelo de ciudad inteligente no solo tiene incidencia en el espacio fĆ­sico urbano, sino tambiĆ©n en su operatividad, la participaciĆ³n ciudadana y la gestiĆ³n pĆŗblica.

Existen muchas iniciativas ā€œinteligentesā€ para ciudades, pero algunos ejemplos simples son los siguientes: una plataforma digital donde podamos presentar nuestras recomendaciones sobre distintos temas urbanos, un sensor de humedad que nos indique en que momento exacto debemos regar un jardĆ­n para evitar el gasto de agua innecesario o un aplicativo mĆ³vil que nos muestre en quĆ© lugar especĆ­fico de la ciudad se encuentra el bus que queremos abordar.

En un caso mĆ”s acotado imaginemos un poste de alumbrado pĆŗblico con sensores de movimiento que solo se enciende cuando las personas se acercan. Este poste no solo ahorra energĆ­a, sino que tambiĆ©n puede medir cuantas personas pasan por esa calle en un dĆ­a. Ahora imaginemos que estos ā€œpostes sensiblesā€ se encuentran por toda la ciudad; podrĆ­amos entonces medir las vĆ­as donde hay mĆ”s flujo peatonal y luego usar estos datos para tomar distintas decisiones como el ancho de veredas, la presencia policial, la planificaciĆ³n de nuevas zonas comerciales, etc. Esta cantidad enorme de informaciĆ³n recolectada la conocemos como Macrodata (Big Data), mientras que la interconexiĆ³n de estos sensores se denomina Internet de las Cosas (Internet of Things).

Al tomar decisiones basadas en datos, las municipalidades pueden responder de manera mĆ”s acertada a las necesidades reales de la poblaciĆ³n.Ā A largo plazo, la inversiĆ³n inicial en estos sensores, software, hardware e infraestructuras serĆ” recuperada mediante economĆ­as de escala. En el ejemplo anterior sobre el poste de alumbrado, el ahorro econĆ³mico es proporcional al energĆ©tico sin mencionar la ventaja que esto representa para el medio ambiente y los objetivos de desarrollo sostenible de las Naciones Unidas.

SegĆŗn William Mitchell, quien fue en vida decano de la Escuela de Arquitectura y PlanificaciĆ³n del Massachussets Institute of Technology, hay una red creciente de conexiones directas a los sistemas de edificios, aparatos domĆ©sticos, maquinarias de producciĆ³n, sistemas de transporte, redes de energĆ­a, agua o residuos y sistemas para casi cualquier actividad humana imaginable. Si las aplicaciones y softwares como Google o Facebook se han vuelto de vital importancia para el desarrollo de nuestra vida intelectual diaria, ĀæNo podrĆ­an serlo tambiĆ©n para nuestras ciudades?
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