Magali Agnello's profile

Síntoma - Una crónica en fotos sobre trastorno bipolar

Síntoma - Una crónica fotográfica sobre trastorno bipolar

Sobre las fotos
En el año 2017 me fue diagnosticado trastorno bipolar. Llegar a ese diagnóstico para mi fue un cambio (en positivo) enorme, y que me llevó a comenzar un camino que sigue hasta el día de hoy, donde la estabilidad anímica que tengo se mantiene. Viví muchas cosas y algo de lo más curioso es como el trastorno se empezó a ver mucho antes de ponerle nombre, a través de mis fotos.
Las imágenes que van a encontrar aquí son una selección de fotos de distintos proyectos, que siento -interpretándolas ahora- que mostraban los síntomas de lo que llamamos trastorno bipolar mucho antes de poder ponerles nombre. Se encuentran en un orden no cronológico, a veces acompañadas de distintas cosas que fui escribiendo a lo largo de los años y contando el camino, explicando como viví la manifestación de estos síntomas y otras reflexiones.

"Es "en caliente" que se debería hablar del sufrimiento psicológico[...] Es sobre el propio campo de acción, en su mismo momento, que conviene captarlo. Después de que se ha serenado, disipado, el espíritu se encuentra demasiado inclinado a olvidar, o por lo menos a minimizar lo que aquel ha sido [...] Si se espera a la curación, las impresiones que quedarán serán vagas, imprecisas, sin vigor y sin color" Raymond Guérin, Le Pus de la plaie (1982, p. 32)

*Me tomé la licencia de cambiar el concepto "sufrimiento físico" por "sufrimiento psicológico" para que encaje perfecto.

¿Qué es el trastorno bipolar?
Es un desorden del estado de ánimo, que produce que la persona que lo padece pase de episodios depresivos a episodios hipomaníacos/maníacos.
Tiene tratamiento
(farmacológico y psicológico)
Pero todos tenemos cambios del estado del ánimo algunos dicen... Si, todas las personas tienen cambios de ánimo. Pero lo que diferencia a los cambios de ánimo "normales" de los del trastorno bipolar es que estos últimos resultan ser más extremos, duran más en el tiempo y producen serias consecuencias, además que reducen considerablemente la calidad de vida de la persona.

¿Qué es la depresión?
Es un conjunto de síntomas entre los que pueden encontrarse:
Ánimo triste o bajo
Pérdida de interés y disfrute
Cambios en el apetito y peso
Insomnio/hipersomnia
Fatiga
Apatía
Sentimiento de culpa e inutilidad
Pensamientos suicidas
Entre otros...

¿Qué es la manía?
Es un conjunto de síntomas entre los que pueden encontrarse:
Euforia, estado de ánimo elevado, hiperactividad
Tener energía sin sentir la necesidad de dormir
Delirio de grandeza
Verborrea
Pensamientos acelerados
Comportamientos riesgosos
Entre otros...
*La hipomanía tiene los mismos síntomas que la manía pero en menor intensidad

En el transcurso de las fotografías voy a ir hablando más en detalle de estos síntomas y otros asociados al trastorno.

(Fotografía del 2012. Muchos años antes del diagnóstico)

Cuando me fue diagnosticado el trastorno bipolar, después de años de un sufrimiento inexplicable y una mala experiencia con un psiquiatra, me encontré con una sensación muy abrumadora: la de no estar segura de cuál era mi identidad. No saber quién era yo.
Había ciertas cosas que comenzaba a aprender que eran síntomas del mismo trastorno. Las cosas malas me alegraba saber que no se debían a una falta de carácter o voluntad. Pero el problema fue las cosas "buenas". Había síntomas que podrían interpretarse como características codiciadas en la sociedad en la que vivimos, como son el exceso de energía, la creatividad exacerbante, no necesitar dormir y aún así ser una persona sumamente productiva y sociable. La hipomanía se siente bien, eso nadie lo puede negar, pero ese bienestar siempre viene acompañado luego de períodos de mucha irritabilidad y luego, inevitablemente, se cae en la depresión. No hay forma de quedarse en la cima sin caer.
Recuerdo que me horrorizaba la idea-ante la perspectiva de ser medicada-de que mi creatividad y esa energía "se me fueran". De que esa parte de mi quedara "dopada". Era algo que me tenía bastante angustiada. Pero encontré un libro que se titula "The Bipolar Workbook" de Monica Ramirez Basco. Dicho libro (con teoría y actividades prácticas para personas diagnosticadas) tenía una actividad que fue un antes y un después. Te proponia pensar distintas categorías y filtrarlas entre estando en depresión, estando "ok" y estando en hipomanía/manía. Fue esa actividad la que me hizo ver la diferencia entre mi personalidad y el trastorno en sí. Por eso yo nunca digo "soy bipolar" sino "tengo trastorno bipolar". 
Y sobre la parte que más me martirizaba, la de la creatividad, encontré que eso es algo que forma parte de mi, solamente que depende como esté se va a expresar de distinta forma. Si estoy pasando por una depresión y logro ponerme a escribir (tiendo a escribir en esos momentos más que usar otros métodos de expresión) las ideas que salen son las más crudas y hasta poéticas, porque escribo desde el dolor. En cambio si estoy en hipomanía, las ideas salen de a miles, a la velocidad de la luz. Son ideas más sueltas, no tan refinadas. Pero cuando estoy estable, la creatividad sigue ahí, con la diferencia de que puedo tomar las ideas de los otros dos estados y pulirlas, o crear ideas nuevas que logro enfocarlas y trabajarlas mejor.
Lograr hacer esa diferenciación para mi fue una de las claves de un tratamiento que al día de hoy veo sus frutos.
(Fotografía del 2019. Dos años post-diagnóstico)

Hay veces que me gusta comparar la depresión con un lente empañado, pero también podría verse como un lente que te deja observarte a tal nivel de detalle que es casi imposible escapar de notar todas tus "imperfecciones". Lo pongo entre comillas adrede, porque el tema de los defectos es algo muy relativo y muy personal. Todas las personas queramos o no tenemos defectos y a medida que pasa nuestra vida los percibimos en mayor o menor medida. Algunas personas se ven defectos en lo físico, otras en sus conductas o formas de ser, otras en absolutamente todo. Diría que es HUMANO verse defectos en algún momento. Pero así como vemos defectos es lógico que también percibamos nuestras virtudes, en mayor o menor medida, a lo largo de nuestra vida.
¿Pero qué es lo que pasa entonces durante una depresión?
En ese momento es literalmente imposible percibir hasta la más mínima virtud. Te analizas a un increíble nivel de detalle marcandote cada cosa fea que encontrás por más pequeña que sea y -justamente aquí el gran problema- agrandándola en tu cabeza a un nivel exuberante y que se escapa totalmente de la realidad. Y lo peor es no poderlo controlar (porque convengamos que si simplemente se pudiera controlar no estaríamos hablando de un problema de salud mental). La depresión no es una simple tristeza. No es algo que "se te pasa si pensas positivo". La depresión es algo que te dinamita, te boicotea, te deja ciega de cualquier mínima cosa buena que poseas. La depresión marca cada uno de tus poros, cada mancha en tu ser y te invade, te consume, te hace agonizar aunque desde afuera nadie lo pueda ver.
(Fotografía del 2016. Un año pre-diagnóstico)
(Texto del 10 de Julio de 2018, post-diagnóstico)

"Una pregunta que surge mucho es como ayudar a alguien que tenga algún trastorno mental. La respuesta en sí es bastante simple: preguntarle a la persona que lo vive “¿cómo crees que te puedo ayudar?”. Y no solo preguntar, sino escuchar sin juzgar y hacer lo que te pida.
También es importante no aconsejar en el aire, sobretodo si sos consciente de que no tenes información suficiente sobre el trastorno en cuestión. Cansa escuchar a gente diciendo cosas que (a pesar de tener toda la buena intención del mundo) minimizan lo que te pasa por ignorancia.
El objetivo es que la persona que lo vive y su entorno puedan comunicarse con confianza, para que esta pueda vivir su vida de la mejor manera posible."
(Fotografías del 2018. Algunos meses post-diagnóstico)

Una vez me pregunté a mi misma: si tuviera que elegir los peores síntomas del trastorno, ¿cuáles serían? Se me vinieron tres a la cabeza, y uno era la fatiga. Ese es uno de los síntomas que se expresan de forma física.
Fueron muchos años de vivir con un cansancio que no tenía ni pies ni cabeza. Hacer cosas absolutamente cotidianas me tomaba una energía que no veía que a otras personas les tomara. Me parecía admirable que hubiera gente que después de haber trabajado todo el día pudieran llegar a su casa y hacerse la cena. Yo no podía, y no entendía por qué. Significaba que cualquier mínima cosa fuera cuesta arriba.
Recuerdo estar haciendo cosas que me encantaban, pero por dentro sentir que en cualquier momento iba a caer del cansancio. Recuerdo haber dado alguna clase en la cual se me cerraran los ojos, no por aburrimiento, amaba las clases, sino porque mi cuerpo no podía generar la energía necesaria.
Y esto ocurría día tras día, especialmente cuando me encontraba en la fase depresiva. No es lo mismo que tener un día lleno de cosas y volver cansada. No es lo mismo que el cansancio común. Ahí la diferencia. Podría haber descansado todas las horas recomendadas y necesarias y aún así no ser capaz de sobrellevar el día. A eso se le sumaba (al no tener el tratamiento) lo mucho que me martirizaba por no poder. Sentir que "no estaba poniéndole las ganas suficiente" cuando era algo que simplemente no estaba bajo mi control.
Pero luego del diagnóstico y poder acceder a herramientas más efectivas eventualmente logré salir de eso, tanto farmacológicas como psicológicas. Valoro un montón algo que para otra gente es lo común.
Ahora sí puedo levantarme temprano y circular todo el día. Llegar a casa y prepararme la cena.
(Fotografías del 2016. Algunos meses pre-diagnóstico)

Cuando alguien tiene el diagnóstico de un trastorno (como puede ser el bipolar o algún otro), eso no significa, sobretodo si se está siguiendo un tratamiento, que cualquier conducta que esa persona tenga va a estar influida por el trastorno en sí. Como pasa con cualquiera, alguien puede tener un mal día y reaccionar acorde a eso sin que sea o se convierta en un episodio, y lo mismo ante alguna circunstancia muy feliz. Si se cree lo contrario se va a estar cayendo en englobar a toda la persona como si fuera solo un diagnóstico, y ese enfoque es totalmente incorrecto porque lo único que logra es anular a la persona.
Cuando a alguien le es dado un diagnóstico, muchas veces ocurre que para su entorno eso pasa a ser la característica principal-o incluso única- para identificarla. Y con eso hay un problema. Un trastorno, enfermedad, o condición es solamente una parte de la persona (es crucial entender la diferencia entre "ser" algo y "tener" algo). Lo que ocurre es que es conveniente para el otro la postura de "tal es bipolar", porque lo exime del esfuerzo de tener que entender todas las complejidades que tiene la persona y de aprender sobre el diagnóstico y lo que implica. Es mucho más fácil pensar "tal es esto" en vez de ahondar en por que la persona está mal o en como el propio accionar puede estar afectando negativamente a dicha persona.
Sigo sosteniendo lo mismo de siempre: no hay que agarrársela con el diagnóstico en sí, este es una de las primeras y más importantes herramientas con la que una persona con un malestar crónico puede contar para mejorar. Lo que hay que preguntarse y atacar es ese facilismo en el que caen algunos ante el diagnóstico de algún allegado, el entorno de la persona diagnosticada es crucial en su mejoría, y esta solo se va a lograr si el primer paso es que todas las partes accedan a la información correspondiente y entiendan que una persona es un mundo completo y complejo y no solamente una palabra.
(Fotografía del 2016. Algunos meses pre-diagnóstico)

Eutimia I
La eutimia se refiere al estado de ánimo normal, tranquilo. El equilibrio. El periodo en el que no hay episodios de manía/hipomanía o depresión.
Hace varios meses que me mantengo en este estado, y no les puedo explicar lo contenta que estoy por eso. Hay personas con trastorno bipolar que a veces prefieren la manía porque se siente bien, pero personalmente no reemplazaría la estabilidad por nada.
En general no se está siempre consciente que estas estable, pero cada tanto me vuelvo consciente de aquello y genuinamente lo disfruto.
¿Cómo se siente?
Recuerdo la primera vez que la sentí después de años. Estaba en la biblioteca. Esa mañana había tomado la medicación que hacía poco tiempo luego del diagnóstico me habían recetado porque me olvidé de tomarla de noche como me habían indicado. Iba a leer algo sabiendo que no iba a poder concentrarme, como siempre ocurría. Pero esa vez no pasó. Pude leer, comprender lo que veía sin tener que repasarlo más de tres veces, y cuando me di cuenta ya habían transcurrido tres horas en las cuales la cabeza no se me había ido a otro lado.
Otras veces en las que me he vuelto consciente de esto fue en clases en la universidad. En un instante recuerdo que me recaté de que efectivamente estaba prestando toda mi atención a la clase sin que mi cabeza se fuera lejos.
O en el colectivo, cuando note que realmente estaba presente en ese momento escuchando música.
La estabilidad para mi significa sentirme tranquila, poder concentrarme cuando debo hacerlo, poder analizar las cosas que me pasan desde una mirada realista con sus cosas malas y buenas. Poder ser productiva y ociosa equilibradamente. Básicamente, que mi cabeza no ande a 200km por hora con pensamientos irrealmente positivos o depresivos.
Y les soy honesta. Tengo miedo. Tengo miedo de que algún día esta estabilidad se vaya. La aprecio demasiado. Y las recaídas son algo que forman parte del trastorno bipolar. Pero lo que hace que ese miedo no sea tan fuerte es que después de cuatro años y muchísimo trabajo siento que tengo más formas de afrontar un episodio y salir victoriosa. Espero que llegado el momento así sea.
(Fotografía del 2016. Más de un año antes del diagnóstico)

¿Qué perdí por culpa del trastorno bipolar?
Nunca me había hecho esa pregunta hasta que la leí en un grupo de apoyo.
Y pensándolo encontré por ahora cuatro cosas principales: Amistades, trabajos, proyectos y plata.
La primera se remonta a cuando recién se me empezaba a despertar el trastorno y yo no lo sabía. Comenzó con mí apatía a reunirme con gente que quería, lo cual me llevó a aislarme y a que eventualmente (con toda la razón del mundo) esas personas ante mi negativa y excusas para participar cuando se juntaban me dejaran de invitar. Esto me ocurrió más de una vez.
Sobre los trabajos, la aislación y la poca energía que muchas veces tuve para interactuar con la gente me llevó a que no pudiera promocionar mis servicios como debía, o a que no aprovechara ofertas laborales por esa ansiedad gigante de tener que interactuar. A eso se le sumó que muchas veces al ver como a otros colegas les estaba yendo muy bien se acrecentara mi sentimiento de frustración e inutilidad, creando un círculo vicioso.
Respecto a los proyectos, me ocurría que estando en hipomanía organizaba y movía todos los hilos para realizarlos (como uno del que llegue a tener permiso para llevar a cabo en el Hospital Municipal). Pero llegaba el día y se repetía el mismo ciclo, no tenía la energía, perdía la motivación y no podía percibir más por que me gustaba la idea.
Finalmente, la plata. Esto ocurría primordialmente durante la hipomanía. En ese estado me parecían brillantes tantas ideas en las que terminaba tirando dinero, como comprándome cosas que realmente no necesitaba, haciendo actividades o cursos de cosas que no me interesaban en otro momento (aunque esto último no es necesariamente malo), invirtiendo en cosas sin pensarlo bien.
Acá es cuando algunos dicen ¡Pero yo también gasté plata en cosas que no debía! Y es cierto que todo esto que mencione puede pasarle a todas las personas en algún momento, pero recordemos que forma parte de un trastorno cuando estas cosas se dan junto a otro conjunto de síntomas, dura mucho en el tiempo y te deteriora la calidad de vida.
Es por eso que estas cosas no hay que tomarlas a la ligera.
Esta foto puntual es muy importante para mi.
(Fotografía del 2016. Más de un año antes del diagnóstico)

El 1ro de Septiembre del 2016, en el marco del proyecto donde estaba sacando una foto por día durante un año, hice esta y a la mañana escribí un texto que me costó mucho publicar. Sentía miedo a ser juzgada, tratada de inútil por expresar que no estaba pudiendo con cosas cotidianas de mi vida. Casi no lo publico porque a la tarde ya me estaba sintiendo bien de nuevo. Pero lo hice. Básicamente expresaba ahí lo que ahora se que era la depresión. Recuerdo que recibí muchos mensajes de apoyo, aunque también recuerdo que esos mensajes no terminaban de cerrarme porque justamente, apelaban al "ponele ánimo", "¡vos podes!", cuando estaba lidiando con algo de lo que no se sale solamente con fuerza de voluntad, ya que todavía lo que pasaba no tenía puesto su respectivo nombre. Si alguien lo quiere leer puede pedirme el link, pero si voy a dejar la última parte que es la que más significativa me parece: "Te sentís tonta. Porque sabés, realmente sabés que pensar como estás pensando no es bueno. ¿Pero cómo combatir lo que sentís? ¿Cómo combatir esa sombra que se alza sobre vos todos los días, esa sombra que tapa cualquier pequeño detalle que podría hacerte feliz, esa sombra que siempre logra ganar? Y te quedas sin herramientas para escalar el pozo, para librarte de la sombra. Porque las que probaste no terminaron de funcionar o se rompieron en el intento. A veces alguien te intenta ayudar… Pero la soga que te lanzan no es lo suficientemente fuerte para soportar tu peso. Y entonces lo ocultas, porque estás expuesta. Estás expuesta a que te digan livianamente “tenés que pensar positivo, no estés mal”.
Pero ese es el paso que hay que dar cuando saliste del pozo… Mientras estás adentro, lo único que te queda por hacer es escalar, y deseas, con toda tu alma deseas encontrar aquella herramienta que deje a la sombra atrás.”
Nunca deja de llamarme atención como ya en ese momento lo que buscaba sin realmente saberlo era una herramienta, palabra que al día de hoy me parece tan importante porque fue en el diagnóstico donde encontré esa herramienta y muchas más.
 (Fotografía del 2016. Más de un año antes del diagnóstico)

Medicación I
Recuerdo la primera vez que me dijeron que me iban a medicar. Esa vez la acepté ciegamente, ya que estaba en un pozo tan profundo que cualquier cosa que prometiera una mejora me iba a parecer bien. Y funcionó, por un tiempo. Cabe destacar que en ese momento tenía un diagnóstico erróneo, por ende el tratamiento también lo era.
Eventualmente las recaídas volvieron (eso es historia para otra foto) y aquella situación me llevó a otro profesional que efectivamente le dio en el clavo con lo que de verdad me pasaba. Y lo que eso iba a conllevar, en un principio, era medicación nueva.
Estaba reacia a tomarla, no lo voy a negar. Teniendo el antecedente de la medicación anterior me llené de dudas. ¿Qué pasaba si esa medicación me dopaba? ¿Qué pasaba si "dejaba de ser yo" por tomarla? ¿Qué pasaba si no funcionaba? ¿Cómo se iba a sentir la estabilidad?
Meterse medicación psiquiátrica que te va a afectar a tu sistema nervioso y cerebro no se puede tomar a la ligera.
Pero tampoco hay que tenerle miedo.
Es tarea de los profesionales informar de la forma más completa posible, para que la persona decida por sí misma el curso de acción. Para poder hacer el balance entre los beneficios y las contras. Es también necesario siempre aclarar, que la medicación por sí sola no es suficiente para que el tratamiento sea efectivo, la terapia psicológica y el entorno son un acompañamiento obligatorio para empezar a remontar.
(Fotografía del 2016. Más de un año antes del diagnóstico)

Cuando se pasa por lo que se llama "ciclado ultra-rápido" (los episodios duran días) o "ciclado ultradiano" (hay más de un episodio por día) algo que puede sentirse es la pérdida de la identidad. Yo pasé por eso, a causa de una medicación mal recetada cuyo efecto secundario para alguien con trastorno bipolar era justamente provocar esos cambios tan abruptos (ya que normalmente los episodios duran meses). Y una de las cosas que más notaba era esa sensación de no saber "quién era".
No es cualquier pérdida, es una a un nivel sumamente profundo y que te deja un sentimiento de vacío que a nada se asemeja. Es una incertidumbre constante, es sentirse una extraña dentro de tu propia mente.
Tu ánimo y todo lo que conlleva cambia a tal velocidad que dejás de estar segura de lo que te motiva, de lo que te hace bien y lo que te hace mal. Dejás de saber que querés porque tu ánimo no se condice con las cosas que te pasan. Algo bueno te pone triste, algo malo te resulta indiferente, y así mil combinaciones más. Es vivir pendiendo de una cuerda y poniéndote máscaras constantemente, ya que nadie que no lo viva en carne propia lo entiende realmente. Y querés aparentar porque ya te juzgas suficiente a vos misma como para que otra persona lo venga a hacer también.
 (Fotografía del 2016. Unos meses antes del diagnóstico)

Anhedonia.
"Incapacidad para experimentar placer, la pérdida de interés o satisfacción en casi todas las actividades. Falta de reactividad a los estímulos habitualmente placenteros".
Creo que nunca voy a olvidar aquella época en la que ocurrían cosas buenas en mi vida, pero literalmente no las sentía. No sentía el orgullo que merecía, no sentía la alegría que tenía que tener porque aquello lo ameritaba. No podía sentir placer en absolutamente nada, ni siquiera en cosas que en algún momento me habían encantado. Al día de hoy lo pienso y me imagino "¿cómo hubiera sido sentirme de esa forma cuando salió mi libro?", por eso valoré tanto el haber podido sentirme contenta cuando eso pasó. No ser capaz de sentir causa mucha frustración, porque lo peor es que podes ser consciente de eso y a pesar de serlo y "ponerle ganas" seguir sin sentir. Es por esto que los argumentos cuando se habla de salud mental que pregonan "lo que te falta es fuerza de voluntad" son tan necios. Quienes dicen eso no entienden que la persona ya está esforzándose a veces de formas inhumanas para salir adelante, y la voluntad sola simplemente no es suficiente.
(Fotografía del 2019. Dos años después del diagnóstico)

Manía.
Hasta ahora he relatado principalmente sobre uno de los polos del trastorno bipolar, la depresión. Pero hoy quería traer el otro lado: la manía.
No es casualidad que el trastorno bipolar sea difícil de identificar o que sea frecuentemente confundido con depresión unipolar, porque socialmente está bien visto (y hasta es esperable) tener una energía, productividad y creatividad desbordante. El tema es que la manía no es solo eso que hasta suena bien. La manía es pasar días sin dormir. Es saltarse comidas por lo ocupada que estás y ni darte cuenta. Es hacer tantas cosas a la vez que no podes terminar ni una. Es tener delirios de grandeza, sentir que vas a cambiar el mundo o que vas a lograr tus metas con suma facilidad. Es volverse irritable con cualquier cosa que te lleve la contra. Es estar frenética, moviéndote constantemente porque la energía sobrepasa la capacidad de tu cuerpo para distribuirla. Es tener pensamientos a mil por hora, y tener lagunas mentales. Es ver aquello que es realmente malo como no tan malo, y aquello bueno como exageradamente bueno. Es gastar plata que no tenes o no debés en cosas innecesarias. Es largarse a hacer actividades sin ningún tipo de paracaídas. Es estar extremadamente sociable, de una forma que normalmente no estarías.
La manía no es divertida, la manía no es sana ni es ser "una persona extravagante". La manía con todo lo que conlleva es un problema de salud grave y que, en el trastorno bipolar, SIEMPRE viene acompañado con terminar cayendo a un pozo, cada vez más profundo si no se tiende ninguna red.
(Fotografía del 2016. Unos meses antes del diagnóstico)

-Parte 1-
No tener ninguna herramienta para interpretar lo que te pasa y por qué, hace que te encuentres desnuda ante los problemas. Estos llegan y te golpean, te cubren hasta a veces no dejarte ni respirar. Estás indefensa, expuesta, vulnerable. Y la primer herramienta llega con llamar a las cosas por su nombre.
(Fotografía del 2019. Dos años post-diagnóstico)

-Parte 2-
Cuando algo se nombra se lo comienza a volver familiar. Ya no se lo ve como un ente desconocido que solo causa miedo y confusión. Lo que te pasa comenzás a entenderlo, y dejás de culparte porque sabes que efectivamente algo está mal, pero ahora también sabés que existen formas de mejorar. Y a pesar de que los mismos problemas que antes se precipitaban hacia vos vuelvan, ya no se sienten como meteoritos sobre tu piel, sino que te envuelven pero esta vez sin atacar.
(Fotografía del 2016. Unos meses antes del diagnóstico)

Recién me di cuenta que algo no estaba bien esa semana puntual en la que comencé a pensar en que "dejar listo" antes de irme.
El porcentaje de personas con trastorno bipolar que consideraran o tendrán intentos de suicidio en sus vidas es alto.
Venía con ideas suicidas hace un tiempo. Lo que estaba sufriendo me tenía agotada, no le veía sentido ya a nada, ni siquiera a las cosas buenas que pudieran pasarme. Y acá quiero hacer hincapié en ese agotamiento que menciono. No es un agotamiento por haber tenido un día largo de trabajo, no es agotamiento por tener una semana de estudiar sin parar para un final. Es un agotamiento físico y mental muy profundo.
Hay una idea errónea sobre que el suicida quiere dejar de vivir, y no es así, el suicida quiere solo dejar de sufrir. Otro mito es que el suicida es egoísta. Tampoco es así, quién piensa en esto está genuinamente convencido de que para sus seres queridos no estar más va a ser lo mejor, que les vas a sacar una carga de encima, lo que querés es que ellos estén mejor (¿Cómo podría ser eso egoísmo, no?)
Cuando están esos pensamientos es virtualmente imposible percibirlo de otra forma, el nivel de convencimiento es casi pleno. Pero a veces hay anclas, cosas que nos hacen darnos cuenta que algo no cuadra, que en realidad no queremos hacer eso. En mi caso fueron mis animales.
En su momento, aquella semana puntual en el 2016 ya había pensado que hacer con mis fotos, un poco sobre las cartas o mis cosas, un poco el "cómo". Pero fue cuando pensé en dónde o con quien dejar a mis animales que en mi cabeza hubo un "clic". Me di cuenta que no podía concebir la idea de ellos estando con alguien que no sea yo, me dolió más no saber qué sería de ellos que todo lo otro que venía sufriendo.
Lo que le siguió a aquello fue ir al psiquiatra por primera vez. Y ahí comenzó otro capítulo en toda esta historia.
(Foto del 2016. Varios meses antes del diagnóstico)
(Texto del 4/12/2017, a pocos meses del diagnóstico)

Algo que siempre me caracterizó es que soy alguien a quien le gusta buscar información por su cuenta.
Cuando me diagnosticaron hice exactamente eso. Busqué libros, artículos, estudios para leer. Le dije a mi psiquiatra si tenía material para recomendarme, a lo que me responde en tono burlón “¡pero dejate de joder!”, a lo que le expliqué que fuera de chiste, este es un tema que me apasiona, que me parece muy interesante.
Una característica de este trastorno es que es común perder de vista quien sos. Quien sos vos y que parte es la enfermedad.
En una de las tareas de un libro me pedía llenar en un cuadro como eran ciertos aspectos estando en cada fase. Y hubo uno puntual que me reconfortó mucho. Me di cuenta que no importa en qué estado esté, la creatividad en mi está siempre presente. Con el ánimo exaltado las ideas (tengan sentido o no) fluyen con facilidad. Estando “normal”, las ideas siguen ahí y me es más fácil realizarlas. Pero cuando mi ánimo vira hacia la depresión que es el momento más complicado de sobrellevar, no importa que no pueda levantarme de la cama. No importa si no cómo, o si perdí el entusiasmo por todo. Aún en ese estado deplorable soy capaz de poner en palabras o imágenes lo que me está pasando y creo que ese minúsculo acto es lo que hace que todo, aunque sea por un momento, esté bien.
Recalco, el lado depresivo de esto es muy difícil de pasar. Tu cabeza te lleva la contra, y no se sale de eso con un simple “¡pensá en positivo y se te va!” (de hecho, consejo, nunca le digan eso a alguien con depresión, es MUY contraproducente). Es por eso que para mi es muy importante eso que conté arriba. Creo que ese es mi pequeño aporte al mundo, que luego cuando estoy mejor puedo ir trabajando, puliendo. Es como si el estado depresivo me diera la materia prima en bruto que luego tengo que procesar.
Un poco así es como funciona mi cabeza, a la cual pareciera que estoy empezando a conocer desde cero. Pero me alegra, porque poder ponerle nombre a los demonios es el primer paso, no para ahuyentarlos, sino para aprender a convivir con ellos.

(Fotografía del 2016. Unos meses antes del diagnóstico)

Algo que puede ocurrir durante la hipomanía/manía son los comportamientos riesgosos que a veces pueden rozar lo absurdo.
Una vez recuerdo que estaba dando una charla sobre esto, y cuando mencioné los comportamientos riesgosos como síntoma, dando de ejemplo las compras compulsivas unas chicas se empezaron a reír entre ellas diciendo "Ay boluda, soy yo". No sé si se me habrá notado en la cara que lo que dijeron me pareció una falta de respeto. No es lo mismo comprarte algunas veces cosas que no necesitas a gastar dinero que no tenés en algo que estas genuina y profundamente convencida que lo necesitas como sea. Es común que las personas con trastorno bipolar durante la manía se endeuden o inviertan en cosas que no tienen sentido, que si estarían estables simplemente no lo harían (ahí radica una de las principales diferencias con una conducta "común"). Y en cada persona con el trastorno esto puede verse de formas distintas. Algunas personas gastarán en ropa, en decoración, en viajes. Otras en hobbies que se les ocurrieron de la noche a la mañana. Yo fui del grupo de estas últimas. Durante la hipomanía hice mil actividades que nada tenían que ver con mis gustos, y de varias me compré las cosas (innecesariamente) luego de una sola clase. Fue una época de mucho gasto de dinero que podría haber ahorrado, pero en ese momento no me daba cuenta. Apenas la idea se plantaba en mi cabeza cobraba todo el sentido del mundo, me visualizaba generando aptitudes en todo eso que emprendía en muy poco tiempo. "Por momentos siente ser superior a los demás y experimenta sentimientos de grandeza" (cita tomada del psicodiagnóstico que me hicieron en el 2017). Realmente estaba convencida que era especial y por eso iba a poder desarrollar a una velocidad irreal ciertas habilidades. No es un chiste. No es una conducta excéntrica. Es un problema del que pueden resultar consecuencias muy graves y por eso no hay que tomárselo a la ligera. Porque así es como podés terminar enfrentándote a una tormenta de problemas que durante la etapa de depresión te hundirán todavía más.
(Foto del 2016. Varios meses antes del diagnóstico)

"Lo que te falta es fuerza de voluntad"

Hay algo a lo que todas las personas que transitamos la vida (temporaria o permanentemente)con algún problema de salud mental nos hemos enfrentado: que minimicen nuestra vivencia y nuestro sentir.
La frase que mencioné arriba es un claro ejemplo de esto. Pero déjenme decirles que el problema no es ese. A la persona con depresión no le falta fuerza de voluntad "porque quiera", es la depresión la que se la quita, no al revés. Cuando tu cuerpo y tu cabeza no te dan la energía mínima para vivir, por más que lo quieras con toda tu alma esta no va a aparecer como por arte de magia (acá recordemos que estamos hablando de depresión, no de una tristeza, son dos cosas diferentes).
Y por desgracia algo que ocurre y muchas veces en el entorno más cercano es que te digan estas cosas, ese discurso del "yo puedo con todo solo, vos también podes". Lo cual lleva a triplicar la culpa que una ya siente de por sí. ¿Realmente hay gente que piensa que quien está mal es porque así lo desea? Es importante acá salir de ese pensamiento de que porque algo nos sirvió a nosotros les va a servir exactamente a todos por igual. Esto es algo que menciono mucho con todo esto que hago, lo que a mi me sirvió puede que no le sirva a otra persona, y está bien. Cada quien toma lo que le sea útil de la experiencia ajena.
Volviendo. Sé que muchas veces esos comentarios tienen una genuina buena intención detrás, pero la intención en este caso no es suficiente. Lo que me hace preguntarme ¿Por qué a la gente le cuesta tanto escuchar sin emitir inmediatamente un juicio de valor teniendo tan poca información? ¿Por qué tenemos tan instalada esta cultura de querer brindar siempre consejo o nuestra perspectiva? ¿Por qué no podemos esperar a oír la frase "ahora que te conté esto quiero saber que opinas" o preguntar si podemos opinar antes de abrir la boca?
Ejercitemos cuando hablamos especialmente de salud mental la escucha atenta, la escucha sin juicio. Porque sentirse aunque sea acompañado y escuchado puede ser lo primero que genuinamente nos ayude a no desvanecernos.
(Foto del 2014, texto del 31/05/2020)

"Hay veces que he pensado en probar alguna de las "soluciones" que me han llegado para el trastorno bipolar. Pero después recuerdo que esas personas que tan LIVIANAMENTE hablan como si fueran expertas NO van a estar para ayudarme si algo sale mal. Cuando hablamos de salud mental no estamos hablando de una boludes, por lo tanto revisá lo que vas a decir cuando alguien te cuenta que vive algo como esto (incluso si sos familiar de alguien, nunca es lo mismo vivirlo desde afuera). Confío en que muchos lo hacen con genuinas buenas intenciones, pero las buenas intenciones por desgracia no son suficientes."
(Foto del 2014. Años antes del diagnóstico)

Son muchas las fotos que a lo largo de mis años como fotógrafa me saqué "durmiendo". Es más, creo que hasta podría hacer una muestra solo de fotos así de tantas que son.

Algo que no supe hasta luego de ser diagnosticada con trastorno bipolar, es que muchas de esas fotos habían sido una forma de representar la fatiga que sentía durante los episodios de depresión. En realidad yo creía que "las fotos durmiendo" eran un "comodín para cuando no se me ocurría otra cosa", porque al fin y al cabo eran sencillas de hacer... Pero en realidad eran lo único para lo que la energía del cuerpo me alcanzaba.
Varias veces durante la depresión me levanté para sacar una foto con una almohada cerrando los ojos entre las plantas, para luego volver inmediatamente a la cama.

Hoy les tengo cariño a esas fotos, porque me recuerdan que a pesar de todo, a pesar de lo mal que me podía sentir, aunque sea una pizca de energía para hacer una imagen siempre tenía. La fotografía tiene eso. Logra moverte, incluso a veces cuando el mismo cuerpo te lo impide.
(Foto del 2019. Dos años después del diagnóstico)

Medicación II

La medicación es una de las bases del tratamiento para el trastorno bipolar. Pero también una de las cosas más complejas. Si bien hay ciertos lineamientos, la medicación no funciona de la exacta misma manera en todas las personas, lo que lleva a que con algunas los efectos sean benéficos, con otras también lo sean pero produciendo efectos secundarios, o con otras directamente no funcionen o hagan peor. Lo que no hay que perder de vista (y esto hay que charlarlo con el psiquiatra) es que la medicación tiene que hacerte sentir mejor, no peor. Y si notas al cabo de un tiempo que no hay mejora hay que plantearse cambiarla.
Igualmente no es la única parte del tratamiento, una pastilla no va a mejorar todo por sí sola, debería ayudar a estabilizar, pero la terapia y un entorno favorable son partes igual de clave y necesarias.
Mi experiencia con la medicación viene siendo buena, con la única que tuve problemas fue con la primera que me dieron, un antidepresivo mal recetado (porque el primer diagnóstico fue erróneo). Ese antidepresivo al principio me hizo sentir muy bien, pero al tiempo me produjo el "ciclado rápido" (cuando los episodios de depresión e hipomanía se dan en períodos muy cortos de tiempo). Esto era porque ese antidepresivo en particular está contraindicado para el trastorno bipolar.
Luego de acceder al tratamiento correcto teniendo el diagnóstico me planteé dejarlo. Mi psiquiatra quería que lo deje medio de golpe. Lo intenté pero me produjo un ataque de pánico (nunca había tenido uno en mi vida). A su vez ya sabía por experiencias pasadas que dejarlo así producía síntomas serios de abstinencia, y no estaba dispuesta a pasar por eso.
Resultó ser que en Facebook encontré un gran grupo de personas que estaban en la misma que yo, tratando de dejar de forma segura ese mismo antidepresivo y habían generado un sistema para dejarlo de forma gradual. Lo comencé a implementar. Tardé un año y un mes haciendo ese proceso, pero conseguí sacarmelo del sistema sin ningún efecto secundario. La foto es de aquella medicación, el último día que la tomé. Atrás la dosis de cuando empecé, delante la última.
(Foto del 2016. Varios meses antes del diagnóstico)

Alivio

Hay algo que los libros no dicen, o que el entorno más cercano o los profesionales pasan por alto, que le ocurre a muchas personas al recibir un diagnóstico (si lo consideran certero). Luego del shock inicial de una noticia así sentir ALIVIO.
Siento que esto que puede parecer un mero detalle es algo importantísimo.
En mi camino de llegar al nombre de lo que me pasaba estaba exhausta. Agotada. Destrozada. Era un cansancio físico y mental muy fuerte. Y lo que quiero que se comprenda es esto: que la sensación de sacarse una mochila llena de piedras de encima de por si es sanador. Es un respiro de aire fresco después de meses o años de un aire enviciado. Es como un pequeño descanso antes de la siguiente colina (o montaña, depende cada quien), aquella en la que hay que empezar a hacer cosas para lograr mejorar con las herramientas nuevas con las que ahora se cuenta. Es un descanso que te da otra energía.
Saber que lo que me pasaba era efectivamente algo real, con nombre y tratamiento, y que no era la única me quitó de encima el peso de sentir que simplemente era alguien que "no podía con la vida como los demás", y me predispuso mejor a hacer lo que tenía que hacer, a mi ritmo, hasta el día de hoy y por lo que me queda de vida.
(Foto del 2016. Meses antes del diagnóstico)

Qué cosas hice para mejorar.

Cuando recién recibí el diagnóstico, empezando a aprender cómo es que funciona el trastorno bipolar, a que se debía y otros datos, con ayuda de la medicación para estabilizar un poco primero, pude arrancar a hacer cosas puntuales que iban a servir para que esa estabilidad se mantenga. Las pastillas no son mágicas y no es que tomándolas ya es suficiente. Entonces, ¿Qué cosas puntuales hice? Algunas fueron solo al principio, otras las mantengo hasta el día de hoy:

*Seguir aprendiendo qué es el trastorno y cómo funciona.
*Monitorear mi ánimo, utilizando apps para eso, o a veces en papel. Esto era con el fin de poder detectar si había cosas puntuales (detonantes) que me pudieran producir un episodio.
*Teniendo esa info y distinguiendo los detonantes pude empezar a evitar aquellos que no eran necesarios en mi vida, y los que no empezar a trabajar en terapia como sobrellevarlos. Unos ejemplos: ir a bares podía detonarme un episodio depresivo. Como no era necesario en mi vida no volví a ir a bares. Sobrecargarme de información podía precipitarme a hipomanía, así que empecé a cuidarme de eso. Manejar el marketing de mi trabajo era otro detonante, y ese sí lo trabajé en terapia por no poderlo esquivar. Acá también entra alejarse de ciertas personas del entorno. A veces es necesario.
*Comencé el tipo de terapia psicológica que más evidencia tenía que servía para lo que me ocurría.
*Mantuve un horario regular de sueño. Cuidaba de acostarme siempre a la misma hora o no muy tarde. Esto es algo con lo que ahora puedo ser un poco más flexible, pero al principio fue crucial.
*Dejé de consumir alcohol (aunque esto pude volver a hacerlo al tiempo) o marihuana (que prefiero no hacerlo ya que me desestabiliza mucho).
*Le hice caso a mi cuerpo y empecé a tomar la medicación en el momento del día que noté más efectivo.
*Hablar con mi entorno cercano sobre qué pasaba y brindarles información (aunque esto considero que lo tiene que hacer el entorno por su cuenta primero)

Recuerden cuando me lean que todo lo que cuento es lo que me funcionó A MI. Puede no ser extrapolable a experiencias de otras personas.
(Primer foto, del 2012. Años antes del diagnóstico. Segunda foto, del 2020, años después del diagnóstico)

Un día, para uno de los retos fotográficos quedó sin querer la segunda foto de este post. No pude evitar acordarme de esas semanas sin poder levantarme de la cama, del insomnio, de ni ser capaz de bañarme. Del pelo enredado que luego dolía desenredar.
Y les soy honesta, tengo miedo de alguna vez volver a caer ahí, siendo que hace ya mucho tiempo que vengo estable.
Es un miedo inevitable, que a veces aparece con potencia y otras veces parece que se fue, pero siempre sigue allí, chiquitito y escondido. Latente (me gusta esa palabra como nombre para alguna muestra).
Pero ese miedo es también una parte del motor para continuar con lo que vengo haciendo para cuidar mi salud mental. Un mal necesario podría decirse. Esa parte oscura con la que convivimos y con la que tenemos que aprender a llevarnos bien.
Por favor, si al leer esto les nace decir "no tenes que tener miedo", no me lo digan. Todas las personas tienen alguno, y el mío es este.
(Foto del 2016. Un año antes del diagnóstico)

Hay algo que ocurre socialmente que no contribuye para nada al bienestar de las personas que vivimos con algún diagnóstico psiquiátrico: como desde el lenguaje se lo minimiza o trivializa.

El ejemplo más común de esto es cuando las personas le dicen a cualquier cosa que cambie de golpe (opinión, ánimo, clima) “bipolar”, o cuando alguien usa la expresión TOC para decir que le gusta ser ordenado. ¿Y por qué esto es un problema?

Al trivializar ciertos términos se les deja de dar el peso y el respeto que tienen que tener, además de propagar desinformación (alguien que cambie de opinión rápido no es “bipolar”, alguien que le guste tener sus lapiceras ordenadas por color no tiene TOC). Imagínense que se hable con esa liviandad sobre por ejemplo el cáncer (que de hecho un tiempo creo que pasó). No está bueno. Es lisa y llanamente una falta de respeto. Nunca sabes cuándo te podría estar escuchando alguien que realmente sufre alguna cosa así, y ver como alguien se burla de algo que vivís no hace bien. ¿Saben cuantas veces pasa que a alguien diagnosticado le cuesta aceptar su diagnóstico y arrancar su tratamiento porque justamente las concepciones que hay socialmente sobre eso que vive son así de mal representadas?

Me parece que está bueno que todas las personas revisemos nuestro lenguaje, ya que cambiar como nos referimos a algunas cosas para respetar un poco más a otras personas realmente no cuesta nada y puede hacer una gran diferencia para alguien más.


(Foto del 2016. Un año antes del diagnóstico)

Quiero que me sigan en este pensamiento y traten de sentir lo que voy a describir: Imaginate que te caíste de algún lugar alto, pero te lograste aferrar a algo. Ahora imaginá la desesperación de saber que si bien te estás agarrando... Te comenzás a resbalar. Puede pasar que al final consigas sostenerte y que alguien te ayude, o puede que termines cayendo. Hasta que pase un poco de tiempo no lo vas a saber.

Así, esa desesperación, es lo que se siente cuando alguien con trastorno bipolar alcanzó la estabilidad o cierta mejoría, pero algo ocurre que le hace volver a virar para el lado de la depresión. A veces es por algo puntual que sucede, otras veces pareciera no tener razón de ser.
Quienes tenemos este trastorno sentimos emociones. Hay veces que la medicación puede aplacarlas, pero si nos pasa algo bueno vamos a alegrarnos, y si nos pasa algo malo nos vamos a entristecer o enojar, como cualquier persona. Y eso no significa que una alegría o una tristeza vaya a terminar en un episodio.

Pero hay una diferencia. Sabemos muy bien cómo es sentirse mal por MUCHO tiempo y que ese tiempo parezca eterno. Sabemos como es que el evento exterior que nos produjo el malestar (si es que lo hubo) haya pasado y aún así no lograr salir de ese pozo. Y no queremos volver ahí, no queremos volver a sentirnos rodeados de esa oscuridad sin salida aparente... Entonces cuando ocurre que nos sentimos mal, por más justificado que esté sentirnos así, el miedo de caer, la desesperación de no poder sostenerse en el borde es muy grande. Como ya he dicho antes, no quiero que me digan que no tenga miedo, porque todos tenemos alguno, y quizás con estas palabras puedan entenderlo mejor.
(Foto del 2021. Años después del diagnóstico)

"Despersonalización" ¿Alguna vez lo sentiste?

Cuando hice esta foto decidí llamarla de esa manera, porque fue algo que antes de estar en tratamiento solía sentir seguido. Esa sensación de "no ser yo", de no estar presente. De no sentirme real. Extraña sensación a decir verdad. Molesta. Sensación que da miedo.
Es raro para mi porque a veces mis propias imágenes no siento que tengan un significado en el momento inmediato después de que las hice, pero con esta sí me pasó. Fue fruto de esos momentos de no saber que hacer y simplemente ponerme a jugar con la cámara. La vi e inmediatamente pensé en esa palabra y sensación particular.

Espero haberlo podido captar bien. Quienes lo hayan vivido serán quienes lo juzguen.
(Foto del 2020. Años después del diagnóstico)

Sobre el abandono del tratamiento psiquiátrico

Recuerdo que cuando recién me diagnosticaron el psiquiatra me dijo dos cosas muy puntuales: no comas pomelo, y ni se te ocurra abandonar el tratamiento.
En el momento no entendí bien por qué decía lo segundo, hasta que empecé a informarme más a fondo sobre el trastorno bipolar.

Que quienes lo tienen abandonen alguna vez el tratamiento es bastante común, y esto ocurre por varias cosas:
*No tener suficiente información sobre la importancia de hacer bien el tratamiento.
*Creer (por la falta de info) que este trastorno tiene cura o que los síntomas es posible manejarlos a voluntad.
*Porque la gente del entorno (también por falta de info) cuando te ven “bien” incita a que dejes la medicación.
*Por causa de los efectos secundarios (muchas veces no explicados de antemano por los profesionales)

Fíjense como el común denominador de este abandono es la falta de información. Es por eso que la psicoeducación tiene un rol tan importante en el tratamiento del trastorno bipolar (y diría que de cualquier trastorno mental). Eso significa, que la persona diagnosticada, su entorno, y también la sociedad sean debidamente informados sobre qué es dicho diagnóstico, y no solo una explicación liviana y apurada del tema.

La mayor parte de las personas con quienes he hablado que dejaron el tratamiento cuentan como siempre después de eso vino una recaída, incluso peor que lo que originalmente les pasaba. Ese es el riesgo de dejar el tratamiento, y más si se lo deja de golpe.

PD: Por si a alguien le quedó la duda, el pomelo interfiere con la medicación, por eso no puedo consumirlo.
(Foto del 2021. Años después del diagnóstico)

Hablo mucho del trastorno bipolar, pero no sé qué es lo que se imaginan sobre mí cuando me leen. Relato los síntomas, a veces de una forma bastante explícita, y me los imagino pensando que estos días me los pasé sintiéndome inservible tirada en la cama, o al contrario, produciendo un montón de cosas y saturada de energía, depende que texto hayan leído. Pero la realidad es otra. Por eso quería contarles como estoy hoy por hoy.

No tengo pensamientos negativos ni catastróficos. Mi autoestima está bien. No tengo fatiga (salvando los días antes de la menstruación, ahí sí me la paso durmiendo, pero es una fatiga diferente a la fatiga por depresión). No perdí el interés en las cosas que hago. Y las cosas que vivo las siento y disfruto. Simplificando: no tengo síntomas de depresión.

Tampoco rebalso de energía ni tengo insomnio. Mi cabeza no salta de un tema a otro en cuestión de segundos. Puedo pensar ideas, y entusiasmarme, pero sin que ese entusiasmo sea explosivo. Tengo proyectos, pero no miles que ni sé como manejar, sino pocos y en los que voy trabajando a buen ritmo. Simplificando: no tengo síntomas de hipomanía.

Puedo decir que estoy en un período “asintomático”, o de “eutimia”, ya hace bastante tiempo (casi dos años). Si he tenido algún vaivén emocional siempre ha sido atado a circunstancias puntuales y sin irseme de las manos, como le pasa a cualquier otra persona.
Creo que este es el momento en el cual, si alguien no está debidamente informado podría decir “¡estás curada!”, pero no. El trastorno bipolar no se cura. Siempre sigue estando ahí, escondido, chiquitito, esperando algún cambio de la medicación, alguna situación extremadamente estresante, algo, para volver a salir.

Pensaba en el concepto de “rotura” mientras hacía esta foto, como a veces cuando tenemos síntomas activos nos sentimos así. Rotos. Como si el resto de las personas estuvieran enteras y nosotros no.

Pero me pregunto: ¿realmente existe alguna persona que esté entera?

(Foto del 2016. Más de un año antes del diagnóstico)

Síntoma es un proyecto que surgió, sin querer, desde una negativa. Quería hablar sobre el trastorno bipolar en una institución puntual donde me cerraron las puertas... Y dándole otra vuelta de tuerca a lo que hago -no quedándome solo con mi testimonio, sino también adjuntando mi trabajo artístico- fue que surgió esto, que primero iba a ser una muestra presencial (lo cual espero que en un futuro no tan lejano lo sea). Me alegro que las cosas se hayan dado como se dieron, porque me permitió volver a re-interpretar mi trabajo desde otra mirada, con tranquilidad y con nuevas herramientas.
Pude entender cosas que viví hace varios años y plasmarlas en palabras. Pude desarrollar mejor todo esto de lo que hablo, y surgieron lindas experiencias desde ahí.
Doy por finalizado este proyecto, pero no del todo. Seguro voy a seguir publicando fotos que me quedaron en el tintero, voy a seguir escribiendo al respecto, voy a seguir hablando del trastorno bipolar porque al fin y al cabo, aunque ahora esté de forma asintomática, es algo con lo que convivo.
No es casualidad que elija esta foto para cerrarlo. Fue una de las primeras que hice realmente queriendo mostrar lo que estaba viviendo en ese momento, en ese caso los pensamientos acelerados, la saturación ligada a la sobre estimulación. En la mayoría de las fotos anteriores yo no era del todo consciente de que había un problema, pero en esta sí.

Espero que este proyecto les haya sido útil de alguna forma, ya sea para aprender sobre qué es el trastorno bipolar, para entenderlo mejor, para reflexionar o para sentirse en compañía si compartimos diagnóstico. Y también espero verles si se me da la chance de exponerlo en algún lado de forma presencial.

Siento que esto fue solo el comienzo de algo quizás más grande.
Este proyecto fue expuesto en Marzo del 2023 en el Honorable Concejo Deliberante 
de la ciudad de Bahía Blanca.
 
Quien soy
Fotógrafa de la ciudad de Bahía Blanca, Argentina. Nacida el 11 de  Abril de 1994.
Comencé con la fotografía teniendo catorce años.
Desde ese entonces he realizado muchísimos proyectos creativos de distinta índole, expuesto en muestras colectivas e individuales, hecho trabajos por encargo, cobertura de eventos, dictado de talleres y clases de fotografía.
 
Luego de ser diagnosticada con trastorno bipolar y al notar la desinformación y el estigma que hay al respecto me interesé en el tema y comencé a dar charlas testimoniales sobre esto, buscando brindar psicoeducación así como la interpretación desde el arte. Gracias a esto he sido invitada a Congresos (nacionales e internacionales) y mi trabajo fue mostrado en la televisión Catalana de la mano de Eduard Vieta, una eminencia en el campo de estudio del trastorno bipolar. También algunas de las fotografías que aquí se encuentran forman parte del documental estadounidense sobre salud mental producido por Ken Burns llamado "Hiding in Plain Sight: Youth Mental Illness". 
 
Estoy disponible para ofrecer charlas en cualquier lugar que lo que hago pueda aportarles algo (universidades, colegios secundarios, medios de comunicación, grupos de profesionales, empresas, etc) 
Pueden comunicarse conmigo a través de mi mail magaliagnello.ph@gmail.com
 
 
Una aclaración importante
Yo soy simplemente una persona con este diagnóstico que habla libremente sobre ello.
NO SOY profesional de la salud mental, por lo cual no estoy cualificada para dar consejo sobre casos particulares. Mi misión es brindar información y contar mi experiencia esperando que a otras personas pueda serles útil para comprender un poco más, sentirse acompañados y para contribuir a remover el estigma y los mitos que se encuentran sobre esto.
 
 
Si tenes preguntas o sospechas que podes estar viviendo algo así no dudes en consultar a un profesional de la salud mental. No te quedes con lo que hayas leído en internet. no tiene nada de malo ir al psicólogo o al psiquiatra.
Así como cuidamos nuestra salud física también tenemos que cuidar nuestra salud mental.
Síntoma - Una crónica en fotos sobre trastorno bipolar
Published:

Síntoma - Una crónica en fotos sobre trastorno bipolar

Published: